no me gusta que me griten.
no me gusta nada que me griten.
no me gusta que me hablen con tono indiferente.
no me gusta que me miren con una sonrisa cuando hablo enserio.
no me gusta que no me tomen enserio.
no me gusta acabar un libro y quedarme con una sensación de vacío.
no me gusta no tener nada que hacer.
no me gusta no saber donde voy.
no me gusta que se cancelen los planes a ultima hora.
no me gusta estar entre tanta gente.
no me gusta que me miren.
no me gusta que me toquen.
no me gusta que anochezca pronto.
no me gusta el vacío.
no me gusta la oscuridad.
no me gusta la soledad.


no sé nada.
ahora solo quiero dormir y quedarme bajo las sabanas. nado en tempestad y me ahogo. necesito oxigeno y no arrepentimientos. donde estoy, que escucho la madera crujir y las puertas cerrandose, solo toco frío. hace tanto que sonrio que ya no sabia lo que era las noches asi, las noches de pena y ganas de cero. las ganas de enfundarse las botas rojas e ir al columpio. y luego amanecer otra vez en la cama, y ver que es otro día, que no pasa nada. pero que pasa cuando todo se va, cuando se difumina y se transparenta. a donde han ido todos. y porque esta sensacion que no consigo quitármela, no quiero, no puedo seguír asi, quizás es que no sepa, quizás solo pueda dejar cicatrices, quizás ya esta quizás nada. quizás algo. quizás todo. no quiero hacer daño. no quiero que me hagan daño. no quiero sufrir y busco sufrimiento. en noches asi me pudro, me resbalo por las sabanas, me caigo al suelo y me quedo debajo de la cama. y se que es culpa mía. y algún día me arrepentiré y me diré, que tonta, que niña mas tonta. y dormiré para no volver a despertar.
Si hay un estado que me aterra, es el Estado 31: «no querer volver a casa» 
Significa que cualquier lugar es mejor que donde reposa tu cama, donde tienes algo de comida en la nevera y un par de champús en el baño. Un sitio que no es hogar, ni refugio, sino unas paredes y un techo que se te antojan indiferentes.
El Estado 31 significa que cualquier lugar fuera es mejor y que cuando estás cansada de caminar y coges el camino de vuelta, todo resulta tedioso y pesado. Y cuando cruzas el umbral de la puerta y ves el interior oscuro y los mismos muebles que odias y la misma mancha en la pared que odias y la misma distribución que odias, algo se cae.
Y eres tú. Regresando a la mazmorra una vez más.

el viento golpea el cristal
triste
lluvia
incesante
noto como el cuerpo se hunde en el colchón y por un momento, si alargo mi mano toco una estrella

tocaba el frío
despacio, amasándolo.

ven y despéiname
pero
hazlo despacio.
tarda. toda una
vida.


éramos él y yo en el metro. éramos el y yo en la puerta de su facultad. éramos el y yo en las noches de huesos rotos. éramos el y yo. y ya esta. quizás sin haber sufrido el día mas triste de nuestras vidas, esto no hubiera ocurrido. 
nos encontramos en medio del frío, del dolor, de la pena, de los corazones arrugados, de las pocas ganas de seguir.
(...)
solía llamarle cuando a Monstruo le daba por volver, entonces Ene venia y se tumbaba conmigo. y sonreía de esa manera tan bonita. a mi me gustaba acurrucarme a su lado y olerle, olía a rayos de sol. 
compartíamos colacaos (los suyos siempre fresquitos) y besos de esquimal. y cuando se iba, sentía la verdadera tristeza.
(...)
a veces le confiaba mis lagrimas, entonces el las cogía a besos. y yo sentía todo lo que Monstruo jamás se atrevió.
entonces yo cerraba los ojos y me perdía. (con el, siempre con el)




(tú haces magia y pareces no darte cuenta
pero tocas la música además del instrumento)
Abu pasa la noche
delante de La Media Madre.
La he oído llorar...
(triste
lluvia
incesante)
Yo me siento en lo alto de la escalera y sé que toca
la fría mejilla de mamá
mientras dice: <<lo siento>>
<<lo siento mucho>>.
Pienso algo terrible.
Pienso: <<Deberías sentirlo>>
Pienso: <<¿Cómo has podido dejar que esto suceda?>>
<<¿Cómo has podido dejar que los dos me abandonen?>>




escucho como se forman las paredes, como cruje la madera. oigo las puertas cerrandose, el viento silbando, el agua durmiendo entre los tablones, el frío pintando. escucho, y me quedo quieta, escuchando. escuchando.


desgaste.
desgastar.
desgastado.

creo que he llegado a la explicación de por qué de verdad mi alma es una avioneta. porque de buenas a primeras salto por la ventana y arranco el motor. brrrrm. lejos, lejos, lejos.
quizás es que prefiero irme antes de ver como todo se desmorona, se cae, se rompe, se destroza.
antes de ver como algo que una vez te llenó antes ahora solamente punza y pica y raspa y duele.
quizás es que prefiera irme con la maleta cargada de momentos, de esos momentos de sonrisas grandes y anchas, donde mordisqueabamos la felicidad, donde nos dolía la barriga de reir, donde los hoyuelos se quedaban marcados durante horas, o cuando llorabas y llorabas y llorabas y la otra persona lloraba contigo para luego darte calma. calma, esa calma que pocas personas te saben dar. esa calma de, eh, que no pasa nada.
creo que prefiero irme con esos recuerdos, y no con conversaciones vacías, de miradas indiferentes, de abrazos incómodos, de sonrisas cansadas.
también por eso creo que me gusta tanto regalar un cacho de mi, momentos especiales, algo que aunque ya no esté, aunque ya me haya ido, recuerde lo que una vez fue, porque lo que fue siempre se mantendrá a pesar de como pueda acabar.


Por un instante, abrazada a él, con la mente tan cerca de su corazón, escucho cómo se levanta el viento y pienso que me va a arrancar del suelo.
- Pero si eres alguien que sabe que lo peor puede suceder en cualquier momento… ¿No eres también alguien que sabe que lo mejor puede suceder en cualquier momento?

Comprendo que hay algo que me asusta: si esto no estuviera pasando estaría feliz, pero de manera leve, nada salvaje. Me arrastraría como una tortuga, como siempre lo he hecho, acurrucada en mi concha, sana y salva.
¿Pero que pasa si ahora soy una tortuga sin concha?

dormimos en una cama de 1751 kilómetros