éramos él y yo en el metro. éramos el y yo en la puerta de su facultad. éramos el y yo en las noches de huesos rotos. éramos el y yo. y ya esta. quizás sin haber sufrido el día mas triste de nuestras vidas, esto no hubiera ocurrido. 
nos encontramos en medio del frío, del dolor, de la pena, de los corazones arrugados, de las pocas ganas de seguir.
(...)
solía llamarle cuando a Monstruo le daba por volver, entonces Ene venia y se tumbaba conmigo. y sonreía de esa manera tan bonita. a mi me gustaba acurrucarme a su lado y olerle, olía a rayos de sol. 
compartíamos colacaos (los suyos siempre fresquitos) y besos de esquimal. y cuando se iba, sentía la verdadera tristeza.
(...)
a veces le confiaba mis lagrimas, entonces el las cogía a besos. y yo sentía todo lo que Monstruo jamás se atrevió.
entonces yo cerraba los ojos y me perdía. (con el, siempre con el)